Fabrizio de André es uno de los cantantes más queridos en Italia. Algunas de sus canciones son conocidas de memoria por todos los italianos. Es uno de esos rarísimos casos de cantautor en los que se unen la calidad poética del más alto nivel con una popularidad capilar.
Forzando un poco la comparación, es como lo que fueron el primer Serrat, o Atahualpa Yupanqui en la Argentina, que llegaron al corazón de la gente sin bajar su calidad. Las letras de de André cantan historias de prostitutas, de ladrones, de homosexuales, de borrachos. De marginales, en fin, coherentemente con su conocida militancia anarquista.
De André es, paradójicamente, casi desconocido fuera de Italia. Ni siquiera hay una entrada para él en Wikipedia en español. Cantó en italiano y en su dialecto, el genovés, y tiene algunas canciones en sardo y en napolitano. También grabó traducciones al italiano de canciones de su maestro, Georges Brassens.
Pero lo que no sabía, y acabo de descubrir, es que también grabó una canción en español, "Desmesurada plegaria", compuesta uniendo frases de poemas de Álvaro Mutis. La versión en italiano está en Anime salve, el último disco que de André publicó antes de morir en 1999. La música es de Ivano Fossati, y el texto, bellísimo, es una plegaria rabiosa a favor de esos marginados que siempre cantó, contrapuestos a una arrogante "mayoría". Dice el mismo Mutis:
Sólo un hombre con una gran alma podría escribir una cosa así, una plegaria realmente desmedida... La elegancia, la fuerza, la gracia de esos versos, vestidos con una música como de sueño, no podían provenir de otro lugar que no fuera la mente y el corazón de un artista inmenso. Dudé que tal vez debería ser yo, de los dos, el halagado por haber encontrado al otro.
DESMEDIDA PLEGARIA
Sobre los naufragios
desde el mirador de las torres,
lejana y sobre los elementos del desastre
de las cosas que suceden
por encima de las palabras
celebrantes de la nada,
en un viento tan fácil
de saciedad, de impunidad.
Bajo el escándalo metálico
de armas prontas o en desuso,
conduciendo la columna
de dolor y de humareda
que deja las batallas infinitas
al caer de la tarde,
la mayoría está,
la mayoría está.
Recitando un rosario
de mezquinas ambiciones,
de temores milenarios,
de inagotables astucias,
cultivando tranquila
la horrible variedad
de su propia soberbia,
la mayoría está,
como una enfermedad,
como un infortunio,
como un anestésico,
como una costumbre.
Para quien viaja con obstinada
y contraria dirección,
con su estigma especial
de especial desesperanza,
y entre vómitos de rechazados
sus últimos pasos va dando
para entregarle a la muerte
una gota de esplendor,
de humanidad, de verdad.
Por quien en Aqaba curó la lepra
con un cetro ficticio,
y sembró su travesía
de celos devastadores y de hijos
con improbables nombres
de cantantes de tango,
en un vasto programa de eternidad
recuerda, Señor,
a estos siervos desobedientes
a las leyes de la manada,
no olvides sus rostros,
que al cabo de la alternancia
es apenas justo que la fortuna los toque
como un descuido,
como una anomalía,
como una distracción,
como un deber.
Fabrizio de André
Link: Análisis del encuentro literario entre Mutis y de André en el sitio Via del Campo, dedicado a Fabrizio de André
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